Si pensáis en una receta tradicional y casera, seguro que a muchos os vienen a la mente las albóndigas y, si me apuráis, más concretamente, las albóndigas a la jardinera.
Sabéis que me encantan los platos y guisos de toda la vida (o, como ahora a todo hay que ponerle un nombre en inglés, slow food, como llaman los modernos) y qué hay más tradicional que unas albóndigas. Hace un tiempo os enseñamos a hacer unas albóndigas algo más exóticas, pero nos faltaba la receta por excelencia.
Una receta que todos hemos probado alguna vez y que es muy sencilla de hacer. Además, tened en cuenta que estas albóndigas a la jardinera os van a venir de perlas para el tupper del trabajo porque, como cualquier guiso, están casi mejor de un día para otro.
Preparación (24 albóndigas aprox):
- 500 g de carne picada (en mi caso mixta cerdo y ternera)
- ½ cebolla
- 1 huevo
- 1 rebanada de pan de molde sin corteza
- 1 diente de ajo
- Perejil picado
- Un poco de leche
- Harina
- Pimienta y sal
Para la salsa:
- 1 tomate
- ½ cebolla
- 1 diente de ajo
- 100 g de zanahoria
- 125 g de guisantes
- 1 vaso de vino blanco
- ½ pastilla de caldo
- Azafrán
- Maizena (sólo si necesitamos espesar la salsa)
Preparación:
Empezamos picando muy finamente la media cebolla que utilizaremos para las albóndigas. Picamos también el diente de ajo y el perejil fresco (podéis usar el perejil “de bote” pero no queda igual de sabor y, además, no os cuesta nada el fresco, que os lo regalan en la frutería de confianza ).
Por otro lado, le quitamos la corteza a la rebana de pan de molde y la mojamos ligeramente en un poco de leche, sin excedernos porque no queremos que “chorree”. Para los intolerantes a la lactosa, podéis sustituir la rebanada de pan de molde por un poco de pan rallado aunque no quedarán tan esponjosas.
En un bol, ponemos la carne picada y añadimos el huevo, la cebolla, el ajo, el perejil y la rebanada de pan troceada. Salpimentamos, nos remangamos bien y metemos las manos para mezclar todos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea. Con ayuda de una cuchara, cogemos porciones de masa, le damos forma de bola con las manos y la pasamos por un poco de harina.
Ponemos una sartén con abundante aceite a fuego medio-alto. Cuando coja temperatura, vamos echando las albóndigas y, cuando estén hechas por un lado, les damos la vuelta para hacerlas por el otro (así no nos hace falta echar tanto aceite, no es necesario que se cubran por completo). Vamos friendo las albóndigas por tandas y, las que vamos sacando, las ponemos sobre un papel de cocina para que suelten el exceso de aceite que tengan.
Una vez fritas las albóndigas, nos toca preparar la salsa. Si vais a usar guisantes y/o zanahorias congeladas, cocedlos primeramente en agua para que se ablanden y reservad el agua de la cocción porque nos servirá para la salsa.
Picamos la mitad de la cebolla que aún no hemos utilizado (podéis cortarla en juliana si lo preferís) y el otro diente de ajo. Ponemos una cazuela a fuego medio y echamos el diente de ajo picado. Cuando empiece a dorarse, incorporaremos la cebolla, bajando un poco el fuego para que se poche sin quemarse. Cuando la cebolla empiece a ablandarse, subimos el fuego, añadimos la zanahoria, el tomate en trocitos pequeños o rallado y el vaso de vino blanco y dejamos que hierva unos minutos para que se evapore el alcohol.
Volvemos a poner a fuego medio e incorporamos las albóndigas, los guisantes, la media pastilla de caldo y unas hebras de azafrán. Cubrimos las albóndigas con agua (reutilizando la de la cocción de las verduras si la tenemos), tapamos la cazuela y dejamos cocer lentamente unos 10 minutos. Si pasado ese tiempo, seguimos teniendo una salsa muy líquida, podemos añadir un par de cucharaditas de maizena (previamente diluida en un pelín de agua) y dejamos cocer otros 5 minutos tapando a mitad la cazuela.
Y nada más, ya tenemos listas nuestras albóndigas a la jardinera. Solo nos faltarían freír unas patatas tipo bastón porque son el acompañante perfecto
¡Que las disfrutéis!