¿Qué os parece si aunamos en una misma pieza de pan el típico desayuno andaluz? Pues que nos quedan estos molletes de tomate y jamón que quitan el sentío.
No hay desayuno más típico andaluz que un mollete con un buen aceite de oliva virgen extra, su capa de tomate triturado y jamón serrano. Y, como ya os he enseñado muchas recetas de molletes (aparte de los tradicionales, en mi perfil de Instagram podéis encontrar versiones como estos con ajo negro o con cúrcuma) pensé, ¿por qué no hago una versión que represente el desayuno típico? Y de ahí han salido estos molletes de tomate y jamón.
Os puedo asegurar que, de todas las versiones que he hecho, estos molletes de tomate y jamón se han convertido en mi favorita. Es que nada más necesitáis tostarlos un poco y ponerles un buen aceite de oliva virgen extra para tener el desayuno perfecto.
¿Os animáis a prepararlos? Seguro que no os arrepentís.
Ingredientes:
- 500 g de harina
- 120 g de masa madre
- 285 ml de agua
- 25 ml de aceite de oliva virgen extra
- 10 g de sal
- 1 g de levadura fresca (3 g de levadura seca de panadero)
- Tomate concentrado
- Crujiente de jamón serrano (tenéis la receta en Instagram)
Preparación:
Antes de empezar con la elaboración en sí os cuento por qué no he indicado cantidades de tomate concentrado ni de crujiente de jamón. Es tan simple como que lo adaptéis a vuestro gusto. A más tomate concentrado, más color y más sabor a tomate (obviamente) y a más crujiente de jamón, más tropezones os encontraréis. Probad hasta dar con las cantidades que os gusten.
En un bol amplio ponemos todos los ingredientes menos el crujiente de jamón. Amasamos en intervalos de 1 minuto con reposos de 10 minutos, hasta que obtengamos una masa uniforme y lisa, con el gluten desarrollado. Al amasar con reposos facilitamos la labor de amasado puesto que “el tiempo amasa”
Cuando la masa esté lista, incorporamos el crujiente de jamón y amasamos lo justo para que quede repartido por toda la masa. Dejamos la masa en un bol ligeramente aceitado y tapada (gorro de ducha, trapo, film…) hasta que doble volumen. Dependiendo de la temperatura de la habitación pueden ser de 2 a 4 h.
Una vez haya fermentado la masa, la pasamos a la encimera y la amasamos ligeramente para desgasificarla. Cortamos la masa en porciones del peso que queráis (yo suelo hacer los molletes de unos 120g, grandecitos), boleamos cada porción y la dejamos reposar 15 minutos.
Damos forma a los molletes estirando las bolas con las manos. En mi perfil de Instagram tenéis un vídeo donde enseño cómo lo hago, no tiene ninguna dificultad. Disponemos los molletes ya formados sobre papel de horno y los dejamos tapados con un paño hasta que estén bien hinchados. La segunda fermentación hay que llevarla al límite para evitar que los molletes greñen en el horno.
Metemos al horno precalentado a 210ºC durante unos 9-10 minutos sin vapor. El horneado es muy corto para que queden con la corteza finita, blanca y blandita típica. Como cada horno es un mundo, estad atentos para adaptar los tiempos al vuestro. Dejamos enfriar completamente sobre una rejilla.
Y nada más, estos molletes de tomate y jamón están listos para que los degustemos sencillamente con un buen aceite de oliva virgen extra, no necesitan nada más.
¡Que los disfrutéis!
Si os animáis a probar la receta de estos molletes de tomate y jamón, no dudéis en compartir vuestra versión etiquetándome en las redes sociales (Facebook | Instagram | Twitter).
Aviso para principiantesHacer pan casero no es una ciencia exacta, hay muchos factores externos que no podemos controlar y que influyen en el resultado final, como pueden ser el tipo de harina utilizada, la temperatura de la habitación (o del frigorífico) donde dejéis la masa, la temperatura del horno, etc. Por eso mismo, aunque hagáis la receta siempre igual, nunca obtendréis el mismo resultado, habrá diferencias en vuestro pan.
En lo que a mí respecta, intento detallaros el proceso lo mejor posible tanto con fotos como por escrito. Aun así, seguir al pie de la letra la receta no implica que obtengáis un pan exactamente igual al de las fotos, por la acción de esos factores externos que os he comentado.
Saber trabajar con esos factores (echar más agua si la masa no tiene la textura necesaria, acortar/alargar el tiempo de levado, etc.) es algo que se aprende con la práctica así que no os desaniméis si a la primera no os queda un pan de libro, volvedlo a intentar y veréis como poco a poco, con la misma receta, conseguís mejores resultado ¡Ánimo panarras!