Retomamos la cocina internacional y para estrenarme en la cocina griega, nada mejor que uno de sus platos más típicos: spanakopita, un pastel salado de espinacas y queso feta. Siendo puristas realmente la receta se debería de llamar spanakotiropita puesto que el pastel lleva queso feta y la spanakopita sería solo de espinacas. La verdad es que desconocía totalmente este plato griego pero investigando por Internet he descubierto que es de lo más clásico de la gastronomía griega, como aquí puede ser la tortilla de patatas.
Un día buscando ideas nuevas encontré la receta de un pastel de espinacas y queso que me llamó mucho la atención por la pinta que tenía (concretamente en el blog ¿en tu cocina o en la mía?) y cuando lo probé me encantó. Pero no ha sido hasta esta misma mañana cuando he descubierto que se trata de una receta tradicional griega y es cuando me he llevado la grata sorpresa de saber que me había metido de lleno en la cocina griega sin saberlo.
Como el descubrimiento ha sido a posteriori de hacer la receta, hay algunas diferencias entre la que os traigo y la tradicional griega, pero bueno…ya sabéis que me gusta darle un toque distinto a las recetas.
Con esta receta he ganado el concurso «Recetas de Cocinca griega» de Canal Cocina.
Ingredientes:
- 250 gr de pasta filo (unas 8 hojas)
- 300 gr de espinacas
- 150 gr de queso feta
- ½ cebolla
- 2 huevos M
- 2 cucharadas de leche
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta
- Perejil y eneldo (yo no los usé)
- Nuez moscada (opcional, no en la receta original)
- Queso rallado (opcional, no en la receta original)
Preparación:
Lo primero de todo es indicaros que no abráis el paquete de pasta filo hasta que lo vayáis a usar porque se ponen duras muy rápido siendo difíciles de manejar porque se rompen.
Sobre el queso feta puede ser que no lo encontréis en el supermercado de debajo de casa (como me pasó a mí) así que podéis sustituirlo por el queso en salmuera que venden muchos supermercados (podéis verlo en la foto). Es básicamente el mismo queso porque en el que yo compré indica “queso blanco elaborado con la tradicional receta griega”, básicamente un sucedáneo del queso feta.
Así que, una vez hechas las aclaraciones, nos ponemos a preparar los ingredientes.
Picamos la cebolla y la ponemos a pochar en una sartén. Esta vez hice la prueba de hacerla al microondas para ver como quedaba y la verdad es que no quedó mal. Para ello, ponemos la cebolla en un plato con un chorrito de aceite y una pizca de sal, tapamos con film y metemos al microondas unos 5 minutos. Al sacarla, tened cuidado al retirar el film para no quemaros con el vaho que pueda expulsar.
Por otro lado, pondremos una olla con abundante agua a hervir y cocemos las espinacas. Dependiendo del tiempo de cocción quedarán más enteras y podremos picarlas luego (con unos 3 minutos de cocción) o quedarán más blandas y reducidas (con los 10 minutos que suelen indicar las bolsas). En mi caso lo dejé 10 minutos y podéis ver en las fotos cómo quedan las espinacas. Una vez cocidas, las escurrimos bien para que suelten todo el excedente de agua.
En un bol batimos ligeramente los huevos y mezclamos el resto de ingredientes: espinacas, cebolla, queso feta desmenuzado, leche, sal y pimienta.
Ahora sí, nos toca trabajar con la pasta filo. Como os he dicho antes, se pone dura con bastante rapidez así que iremos cogiendo las hojas de una en una y guardando el resto dentro del paquete o tapadas con un paño húmedo para que estén el menor tiempo posible al aire.
Cogemos el molde que vayamos a usar para hornear el pastel y lo untamos con un poquito de aceite. Pondremos unas 4 hojas de pasta filo de base, pintando con aceite cada hoja antes de poner la siguiente (poned algo más que como aparece en las fotos, puse muy poco). Vertemos los ingredientes en el molde repartiendo bien (opcionalmente podemos poner también un poco de queso rallado), terminamos de poner las hojas de pasta filo de igual manera que antes y, al final, doblamos hacia dentro toda la pasta filo sobrante y marcamos las porciones que vayáis a hacer (nos facilitará luego el corte sin que se rompa todo).
Por último, metemos al horno precalentado a 180ºC durante unos 45-50 minutos o hasta que veamos que está dorado por encima.
Y listo, lo servimos calentito recién salido del horno, aunque también os digo que está increíblemente bueno sirviéndola fría.
¡Que lo disfrutéis!